martes, 13 de diciembre de 2011
Soledad
lunes, 21 de noviembre de 2011
¿Cómo...?
Ahora mismo, como ya habrás podido decidir mi estado consciente es casi inexistente. Mi estilo al escribir está en esencia, pero mis palabras no son las mismas, parezco otra, o al menos me da la sensación de ser otra, y el tema de mi entrada no es ni más ni menos aquello que me hipnotiza hasta tal punto que reduce mis 6 sentidos a tan sólo uno.
Por mis oídos entra algo para lo que mi vocabulario escaso no tiene sustantivo con que definir. Tú podrías decir que es un sonido, puesto que estoy hablando de mis oídos, sin embargo, ¿cómo puedes afirmar que es sólo eso? ¿¡De verdad!? Es simplemente imposible....
Hablo de un piano; de un pianista al que se le escapa el alma por las yemas de los dedos. Es como si te regalara todo lo que es porque sí, sin más.
Hablo de una voz rajada encadenada con un verso traído de un bosque maldito y tallado por el mejor de los ebanistas al que de vez en cuando acompaña la sutil compañía de la mejor seda.
Hablo de una canción. Hablo de mi estado tembloroso, tiemblo ante la idea de que de algo que todo el mundo ve vulgar, ordinario, grosero un ente de este planeta haya sido capaz de hacer aflorar una obra de arte. Porque aún me maravillo de la existencia de esas mentes brillantes...
Hablo, por supuesto, de Una canción para la Magdalena, de Joaquín Sabina.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Recursos limitados.
Hablemos de dinero, aunque este no sea el tema de mi entrada, pero hablemos de dinero, como hace tanta gente cada día.
Una chica con un gorro naranja llega a una pequeña tiendecita escondida en una callejuela del centro de Barcelona. No sabe bien qué va buscando, sin embargo sabe bien cuál es su límite. Arrastra la puerta blanca con cristales transparentes, junto al escaparate, y una campanilla suena sobre su cabeza. Dentro todo es más cálido que en la calle, el aire cesa de forcejear con sus cabellos.
Una mirada de mujer envejecida se posa bruscamente sobre ella, pero no de una manera inquisitiva, sino más bien invitándola a pasar más adentro.
Ella saluda de una forma cordial y tras ser correspondida y negar la ayuda que se le ofrece comienza su deambulación por el local, soberbiamente adornado.
Casi sin darse cuenta sus pies la arrastran hacia una esquina constituida por tres paredes, forrada con unos adornos florales en tonos pasteles; y justo ahí encuentra lo que su nostalgia estaba buscando, un peine antiguo de plata, como el que usaba su madre para peinarla de pequeña. Es entonces cuando mira el precio y se da cuenta de que sus recursos son limitados. No puede permitírselo.
La vida es como un monedero, sólo que no sabes cuanto dinero llevas encima. Hay veces que estás en números rojos de forma extrema, sin ni siquiera advertirlo.
¿De que hablo? Hablo de una vida limitada; hablo de que naces para morir; hablo de que tu tiempo se agota; de que un cumpleaños más es, en realidad, un cumpleaños menos; de que la vida es vida pero también es un recurso limitado: es tiempo limitado.
Por eso, cuando te relacionas con el mundo esa relación tiene que ser quid pro quo. ¿Quiero decir con esto que si invitas a un amigo a cenar vas a esperar celosamente a que él lo haga sin olvidarlo por un momento? ¡EN ABSOLUTO! !Quiero decir que:
sábado, 12 de noviembre de 2011
Trip
Me abrasa el calor de las estrellas mientras me fusiono con gases pesados y líquidos condensados de un gigante gaseoso.Energías cósmicas y metafísicas forman mi consciencia en armonía con el universo.Vivo en dimensiones como el tiempo y el espacio.Existo sin existir , estoy en continua transformación. No tengo principio ni fin , mientras no soy nada , lo soy todo.
AunAnonimo
jueves, 3 de noviembre de 2011
Cuando amas
Lucháis, y sí, no me incluyo, desesperádamente por ser hipócritas, tal y como la sociedad os inyecta; y de tal manera decís amar tanto y a la vez despreciar que dais la impresión de ser simples objetos de escaparate, esperando, con la baba caída, que la ley de oferta y demanda os favorezca.
Esto no es una crítica ni muchísimo menos, esto es un epitafio, un último adiós a todo eso que pudo ser y no fue. Hablo de sentimientos, pero más concretamente del amor.
Ahora mismo, querido lector, tendrás una idea totalmente equivocada del tema de mi réquiem que no es el amor tal y como lo conoces, sino tal y como lo conozco.
"Iba paseando por la calle a oscuras, en una zona levísimamente transitada cuando de repente, casi sin poder imaginarlo, surgió un momento que llenó de amor mi corazón. Una buganvilla de tonos anaranjados había dejado que una de sus ramas verdes, mecida por el viento y la lluvia de media noche, surcara la piel que habita desde mi barbilla a mi nuca."
Amor por la lluvia, por la buganvilla, por el tacto, por la noche y por el día, por los chasquidos y todo el amalgama de sonoridad, por los olores, por las pisadas que encaminan tu vida hacia la incertidumbre vacía y absoluta. Amor por seres inimaginables, o sí, por nubes, por vientos, por mareas o por simples piedras de mar.
Ya nadie sabe lo que es amor, porque el amor murió en el momento en que cada cual vendió su alma. A los que no lo hicieron se les suele llamar locos.
¿Quién eres tú para llamarme loca, si pasas tu vida sin siquiera pararte a observarla?
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Cuenta atrás
Me encuentro sumergido en el mas grande de los océanos, ahogándome lentamente. Incapaz de llegar a la superficie, noto como la asfixia me envuelve. Noto como se apodera de mi y me impide pensar con claridad. Pero no termina, no soy capaz de ahogarme. Ansío poder ahogarme de una vez, para que todo esto pare.
Miro mis manos y encuentro una pequeña bola luminosa. Antes era acero, ahora es cristal. No paro de preguntarme si debo terminar de aplastarla y herirme levemente. O continuar abrasándome antes que la luz se extinga por si misma.
Que cosas digo... Soy masoquista, prefiero el dolor a largo plazo.
Me encuentro en un escenario, en el cual el telón baja lentamente, sobre mi cabeza. Se que me acabará aplastando. Pero eso es irrelevante. Sigo prefiriendo pensar que hay un atisbo de esperanza. Y el telón se volverá ha abrir dentro de poco.
Me quedaré con mi esperanza, hasta que el telón me aplaste.
Mr. I de incoherente con sus incongruencias
Relato IV
martes, 1 de noviembre de 2011
I´m a victim of this world
AunAnonimo
sábado, 29 de octubre de 2011
Volver
AunAnonimo
UN CIELO SIN ESTRELLAS
Y allí me encontraba yo, tumbado sobre las briznas de hierba que luchaban por salir a contemplar el Sol, resplandeciente y poderoso, que alumbraba las colinas en aquella tarde de primavera, ¿o era verano? ¿Qué importa eso ahora? Solo sé que me sentía bien, corría una brisa impregnada en olores de vida, el aire era puro, agradable, trasmitía el cantar de los pájaros, el ulular del viento, incluso podía oírse a lo lejos el correr de un riachuelo.
Una mantis se erguía en la rama de una pequeña encina cargada de bellotas, cuidadosamente, la subí al dorso de mi mano. Pude notar el cosquilleo de sus patas caminando sobre mi brazo, tras observarla durante unos segundos la dejé marchar. Al ver las bellotas recordé que conocía algo sobre ellas. Alguien una vez me enseñó que con el sombrero, al colocártelo entre los dedos índice y corazón y dejando una abertura en medio, tenías un sencillo, pero potente silbato.
Soplé fuertemente, pero no conseguí más que un débil sonido. Intenté buscar la inclinación adecuada, hasta que un agudo silbido emergió de mis dedos y se repartió por aquel lugar, fusionándose con su propio eco.
No recuerdo el tiempo que pasé en aquellos páramos, sólo recuerdo que, antes de darme cuenta, se estaba ocultando el Sol tras las montañas. Pero yo no me quería ir de allí, sabía que ese era mi sitio.
Me senté sobre la hierba. Allí permanecí sumergido en mis pensamientos mientras contemplaba una maravillosa puesta de Sol.
Cuando la tenue y roja esfera desapareció completamente, la oscuridad inundó aquel paisaje. Podía ver levemente la silueta de los árboles y, al fondo, la de las montañas. El cantar de los pájaros desapareció por completo, dejando paso a una melodía interpretada por los grillos y el ulular de alguna que otra ave nocturna. Creí que todo lo bueno había acabado.
Dejé caer hacia atrás mi cuerpo. Lo que vi a continuación no puede describirse con palabras. Tenía justo sobre mi cabeza millones de astros centelleantes que se incrustaban en mi retina. Varias estrellas fugaces pasaron frente a mis ojos. En mi vida había contemplado un espectáculo tan maravilloso, tenía el Universo delante de mis narices. De repente, un fuerte, molesto e insistente sonido lo envolvió todo. Vi pasar a mí alrededor todas las constelaciones, sonidos, colores y aromas que había vivido ese día. En una milésima de segundo recordé quien era, de donde venía y que hacía en aquel lugar.
Eran las siete de una mañana de otoño, aunque ese año el otoño se estaba retrasando. Apagué el despertador, me restregué los ojos y me preparé para un nuevo día. Me asomé a la ventana, pude ver como una niebla densa y amarillenta rodeaba los edificios de alrededor. Con una rebanada de pan entre los dientes bajé las escaleras y salí del portal.
Lo primero que oí tras atravesar la puerta de la calle fue el rugir de un incontable número de vehículos y el claxon de algún que otro conductor estresado. El aire era espeso, poco quedaba ya de su esencia natural. Debía darme prisa, pues tenía que entregar un trabajo a primera hora de la mañana.
Al acabar las clases me dispuse a ir de vuelta al piso. Pude ver como un grupo de niños con voluminosas mochilas estaban reunidos alrededor de algo. Disimuladamente me acerqué a ver qué ocurría. Estaban formando un círculo alrededor de una mantis, discutiendo entre ellos, como iban a matarla pese a que ninguno de ellos se atrevía a acercarse demasiado al inofensivo insecto. Antes de pensármelo dos veces, la tenía en mis manos y la estaba liberando en el pequeño jardín que hay bajo mi bloque.
Pasé la tarde como habitualmente solía hacer: almorzar, ver la televisión un rato y ponerme con los estudios. Tan concentrado estaba en la tarea que cuando levanté la cabeza de los apuntes ya había anochecido, entonces recordé el sueño, recordé lo maravillosa que era la vista del cielo nocturno. Corrí hacia la ventana y saqué la cabeza, pero por más que miraba hacia arriba, no podía distinguir más de media docena de estrellas. Tal fue mi decepción que me dirigí a la cama, en la que al poco tiempo de cerrar los ojos volví a visitar mi pequeño vergel.
Noche tras noche vuelvo a sumergirme en aquel mundo de sueños, descubriendo emociones nuevas para mí y deseando, que en uno de esos súbitos despertares volvamos a respetar aquello que nos dio la vida, aquello que día tras día vamos eliminando sin compasión, creando un mundo desde el que es imposible ver las estrellas.
Lord Tortillo
jueves, 27 de octubre de 2011
The love of animals
miércoles, 26 de octubre de 2011
aBlacksorBerryidos
Con las manos en los bolsillos no rompes nada
Esta moda que empezó hace unos años cuando parecía darse el cruce de diferentes iconos del terror en una misma película, dándose el caso entonces de Jason VS Freddy o Alien vs Predator unidas con un hilo argumental de lo más absurdo; sin necesidad de entrar en detalles simplemente NO encaja. No contentos con eso desplazar a super-heroes que estaban "mejor que en brazos" en su papel satinado y tapa blanda, a celuloide penosamente representados. Me parecía triste, triste pero aceptable.. según como se mire. Me estoy desviando del tema que venia a expresar. TENGO MIEDO, no se qué estará pasando ahora mismo en los estudios cinematográficos de jolibud, pero miedo me da pensar lo que puede estar pasando por la cabeza de esa gente, cuando en menos de un año han destruido mas de 30 años de dos de las que yo considero las mejores sagas de terror de la historia. Cuando me invitaron a ver "Pesadilla en Elm Street el origen"(2010) , no me salí de la sala en varias ocasiones por ue no había sido yo el que pagó la entrada, si hubiera sido el caso contrario, gustoso habría abandonado la sala no sin antes encender un pequeño fuego en el carrete de la película (una copia menos que dañara los ojos y corazones de incondicionales fans de Robert Englund y la idea de Wes Craven, como por ejemplo YO).
Pero NO GRATA fue mi sorpresa cuando descubrí que había salido una nueva entrega de otra saga que podríamos decir mi favorita, no por su calidad ni cantidad, si no por su esencia, me refiero a "HELLRAISER", películas producidas de la 1ª a la 8ª por Doug bradley, el mismo actor que encarna a Pinhead en las películas. Esta nueva "Hellraiser 9" no solo parece estar dirigida por un niño de 4 años, y con un reparto de adictos a la metadona, trabajando por una dosis, si no que encima ya que no usan a Doug Bradley como Pinhead ni siquiera respetan su estética inalterada durante los últimos 28 años, todo eso sin hablar de unos efectos especiales de los que una película de serie B de los 80 recibiría un oscar en comparación (aunque aquellas seguían manteniendo su frescura y encanto) Por eso aunque seguramente nunca lean esto espero crear una conciencia colectiva que de alguna manera le haga a esos guionistas, productores y directores mediocres meterse las manos en los bolsillos antes de romper nada.
Relato III
Y estoy yo aquí, y estábamos tú y yo allí en ese entonces en ese lugar que era. Medio lloviznaba y veníamos de la tetería, como siempre. Siempre veníamos de la tetería, de probar una mezcla nueva de infusión, o de probar una nueva variedad de té, o de probar una nueva perspectiva de la tetería, cambiándonos siempre de mesa.
-¿Dónde nos sentamos hoy?
-Nos sentamos en las alfombras. Hoy llueve.
-Y ¿Qué tiene eso que ver?
-Mucho, señor mío.
Deslicé mis manos frías, heladas, por tu cuello cálido, y un escalofrío se trasladó desde tus pies a tu barba. Deslicé mis labios,fríos, sobre los cálidos tuyos y empecé a hablarte sobre la lluvia; sobre la sonoridad que tenía sobre mi piel desnuda cuando me tumbaba en el patio para que me mojase la espalda; sobre el olor que desprendía mi pelo humedecido por ella; sobre el color que se le quedaban a mis ojos empapados de lluvia; sobre los movimientos parabólicos que trazaban mis pies en las losetas de barro cuando la lluvia me mojaba, desnuda, sobre el suelo. Desnuda sobre el suelo, haciendo el amor con la lluvia.
Entonces agarraste mi cintura y me apretaste fuerte contra tu pecho, aplastándome las piernas contra tus caderas, dada nuestra postura en la alfombra, pero a ti te daba igual. Apretaste igual de fuerte durante no sé cuánto tiempo y mis brazos, como los de una muñeca, se habían quedado en una postura prediseñada. Parecía como si estuvieses abrazando a un maniquí inerte y vacío. Aunque las apariencias engañan demasiado a menudo, y yo siempre he sido bastante distinta a lo que aparento. En realidad algo estaba creciendo dentro de mí, y no vayáis a creer que era una bonita flor en mi tripa, no, era un horrible alien que algún tiempo después se volvió en contra de nosotros, pero bueno, eso ya es otra historia.
Estaba hablando de mis manos inertes, con los codos flexionados, como a medias de un abrazo, con mi pelo enredado en sus manos con mi cintura. Y yo con mis manos inertes ahí, como una idiota, pensando en un millón de cosas. Puede que sólo pasaran dos milésimas de segundo, no lo sé
Pero algo ocurrió entonces, respiré hondo y por mi nariz, aplastada contra tu camiseta, entraron tus aromas; y se me llenó la mente de ellos, porque a mis brazos volvió a llegarle corriente sanguínea y te acariciaron sin tapujos, te abrazaron.
¡Pero salíamos de la tetería! ¡Sí! Cuando salíamos de la tetería fuimos a la playa en coche ¿Recuerdas? Nos medio lloviznaba y tú no querías llenarte los zapatos de arena, aunque yo me moría por revolcarme en ella y enredarte el pelo con las conchitas que me fuera encontrando, como si fueras un pirata.
Recuerdo que nuestras mentes crearon ¡al menos un millón de universos esa tarde! Luego los plasmamos en múltiples ocasiones ¿verdad? Recuerdo no haber hecho fotos aquella tarde, pero no las necesito, tengo mi memoria sensorial, mi histeria emocional.
No sé qué hicimos después de perdernos durante horas en la playa. Seguramente nos perderíamos durante horas entre las sábanas.
lunes, 24 de octubre de 2011
¿Te sabes el cuento de...?
Seguro que te sabes el cuento, además, ese cuento es mágico: se cuenta sin contar. Existe en todo el mundo y en todo el universo; no importa que en tu galaxia no exista la palabra "cuento". Pero el cuento tiene un secreto, ¡porque los secretos son la cosa más divertida del mundo! No puedo contarte el secreto, nunca nadie me lo contó a mí, pero un día pasó algo en el jardín:
Mamá y yo jugábamos a las casitas entre el césped en un mantel a cuadros rojos y blancos. Recuerdo que yo estaba preparando un delicioso té de hojas de margarita y barro en una tetera de plástico púrpura y se la estaba sirviendo a los caracoles que nos acompañaban a la pequeña mesa que había preparado para las cinco en punto.
Las hojas de los árboles se movían, como el pelo bonito de mamá, que se deshacía de su trenza larga. El sol estaba bonito, también, y jugaba con las sombras y a ella la hacía parecer una princesa como la de los cuentos que me leía.
Entonces me acordé del cuento del secreto. Miré sus ojos felices y tristes al mismo tiempo, que jugaban con el sol, con sus brillos y sus sombras. Miré su boca, que sonreía de una manera bonita y demoledora. Entonces me dí cuenta de cuál era el secreto del cuento. Lo ví en mamá, pero ella jamás me lo contó, así que seguía siendo un secreto.
Me levanté despacito, y mi madre, que había notado en mí expresiones raras, sabía que tenía algo importante que decirle. Me aproximé a ella con mi pequeño cuerpo, con mi pequeño vestido. Recogí su pelo suave detrás de su oreja y le dije al oído: "Ya sé cuál es el secreto del cuento". Mi madre me miró seria y tras analizarme durante un momento me dijo: "Nunca se lo cuentes a nadie, es lo más importante del cuento". Yo sonreí, me senté en mi sitio y seguí dándole el té a los caracoles.
jueves, 20 de octubre de 2011
Relato II
miércoles, 19 de octubre de 2011
Relato I
En mi cabecita se arremolinaban bucles de síes y noes, constantemente.
-¡Acéptalo!
-¡Olvídalo!
-¡Déjalo pasar!
-¡Cállate!
No podía parar de gritarme a mí misma el destrozo que acababa de hacerme. Mis ansias autodestructivas, subyacentes a mis ansias creativas, me habían hecho hacer lo de siempre, caminar en espiral; como hago siempre una y otra vez. Una y otra vez. Entonces me paré en seco, paré por un instante la rotación y translación del mundo, mi corazón se paró, paró mi respiración y las ondas del sonido, que se expanden, se pararon también. No sé que pasó; estaba en la calle.
Como cada día, se me había olvidado el complemento adecuado; hoy era una muy justificada excepción. La ausencia de mi paraguas hacía que las gotas de lluvia corriesen por mi cara resbalándose vertiginósamente en sentido de la gravedad, hacia mi cuello. Yo andaba. Parecía como si mi decisión inconsciente hubiese llevado el control de la situación en todo momento, como intentando decirme lo que en el fondo yo ya sabía; como era de esperar.
Me planté en la oficina. Recorrí las escaleras del edificio empapada, pero hermosa. Llegué al buffete donde trabajaba. Entré sin saludar a nadie. Abrí la puerta del despacho del socio mayoritario, le expliqué qué era lo que se cocía en sus calderas, le expliqué en qué me había visto envuelta el día anterior, le expliqué que sabía que no iba a creerme y le expliqué también que acababa de perder a una de las mejores abogadas que iban a pasar por allí. Él no movió ni un dedo; se sabía los resquicios legislativos el cabrón. Que le jodan.
domingo, 9 de octubre de 2011
Gaia
de perderme en un mundo imaginario
Sin permiso y toscamente comencé a escalar un árbol,
buscando el sitio perfecto.
Posé mi espalda sobre la rama que me resultaba más agradable
y las páginas comenzaron a volar.
Pero mi lectura se interrumpió de golpe.
El agua comenzó a caer del cielo,
golpeando las hojas del árbol,
el viento se hizo fuerte y mecía las ramas,
pero solamente a las más alejadas.
Ruge todo lo que quieras lluvia,
no puedes tocarme
Muchos pájaros comenzaron a acurrucarse en el árbol,
Mi cabeza giraba como loca,
fascinada por este fenómeno.
Mi mirada se topo con la de un gorrión,
y la tregua invisible se estableció.
Nuestro depredador es ahora la lluvia, pequeño amigo,
huyamos juntos de ella.
Puede que sea efímero,
puede que dentro de un rato regrese,
puede que no cambie nada en mí,
pero ahora solo soy uno más.
Gaia, te siento
miércoles, 5 de octubre de 2011
Fuego
Busco entre todas ellas las mas intensas, compruebo su calidez y su fuerza.
Vislumbro entre todas ellas una especialmente tenue, especialmente normal, especialmente desapercibida.
Cuando me acerco veo que está escondida tras muchísimas laminas de cristal opaco y comienzo a quitarlas poco a poco.
Cuando la última lámina cae todas las demás llamas desaparecen eclipsadas por la intensidad de la recien descubierta.
Me siento acogido, cálido y fascinado.
Poco a poco la llama comienza a envolverse en cristal de nuevo, la aprieto contra mi pecho en un afán por ganarme de nuevo el derecho a ser deslumbrado por su intensidad.
Noto como me abraso, pero no me trasnmite calidez.
La llama se comienza ha alejar y la intento aferrar cada vez con mas fuerza. Pero mientas mas fuerza ejerzo, mas esquiva se vuelve.
Noto como la pierdo y me pregunto si tal vez la este abrazando demasiado fuerte. Si tal vez deba dejarla en sus láminas por el momento.
martes, 4 de octubre de 2011
Mar de espinas
El dolor se hace insoportable, pero no puedo parar de pensar en el.
No puedo parar de congelar este momento y concentrarme en el dolor. No puedo evitar querer sentirlo.
Quiero sentir todos sus matices, toda su intensidad. Lo odio y lo quiero.
¿Si no estás aquí como puedes estar aquí?
Como es posible está vorágine de sentimientos contradictorios.
Rozo tus labios y me quemo, mis dedos te acarician y comienzas a temblar, la intensidad se convierte en dolor. Abro los ojos solamente para ver que estabas en la otra orilla.
lunes, 3 de octubre de 2011
Llorando por sentimientos ajenos.
domingo, 2 de octubre de 2011
Gran impacto...
viernes, 30 de septiembre de 2011
Últimamente...
¿Soy terriblemente sensorial? Me temo que sí. Puede que en algunas ocasiones las circunstancias me permitan controlarlo de una manera más o menos razonable. Pero desde luego, esta situación me ha dejado muchas veces colgada del precipicio, con una cuerda atada a la cintura.
Tantas de hecho, que me es imposible imaginar mi vida sin ese autorretrato fotográfico en el que cuelgo de un precipicio marítimo extenso y brumoso, antes del amanecer; flexionada por mi cintura, en un vestido blanco, con la cabeza y los pies colgando a la intemperie, como si mis puntos de apoyo con la tierra firme (tanto a nivel literal como figurado) estuvieran en la peor de las posiciones, en las más inestables.
Me suelo embarcar el arte que refleja mi estado de ánimo (supongo que como todo en esta vida) pero con arte no me refiero sólo a música, como suele pasar, sino que (a pesar de mis pocas posibilidades de visitar museos) dedico tiempo a analizar poemas, esculturas o lienzos abstractos. Libros, cuadernos antiguos que encuentro por la calle o en cerca de la basura: cualquier cosa.
Me encierro, siento la necesidad de estar a solas, a solas pero acompañada. Acompañada de esas personas, que eran en el pasado en que pude vivir con ellas, no con las personas que son físicamente en el presente, y no porque se hayan convertido en malas personas, sino porque necesito estar a solas con sus imágenes pasadas, las de mis recuerdos aletargados.
Esto me recuerda a mis reuniones imaginarias a la hora del té. Recuerdo haber invitado muchísimas veces a Einstein, Karka, Aristóteles, María Magdalena, Stradivarius, Mozart, Copérnico, Da Vinci, Marie Curie, Isabel Allende, Mata Hari, Edith Piaf, Anne Frank, Josef Mengele, y un largo ecétera. Nunca ninguno de ellos se presentó. Nunca pude debatir con ellos. Nunca pude acumular sus sensaciones. Nunca puede explicarles las sensaciones que ellos me producían a mi. Nunca pude APRENDER de ellos. Nunca pude conocerlos...
Probablemente, tal y como me sucede a diario en la vida normal, no sabréis en realidad de qué estoy hablando, aunque entendáis mis palabras y el texto. Esto es algo así como una canción, yo la escribo y la canto, tu la escuchas, y seguramente te transmita algo, pero mi manera de expresarlo sea de una manera tan X (añádase aquí el adjetivo que se vea necesario) que en realidad no consiga decirte lo que quiero comunicar.
Cada loco con su tema ¿No era así?
jueves, 29 de septiembre de 2011
¡Se me ha olvidado qué estaba haciendo!
No recuerdo cuándo deje de recordar.
No recuerdo si alguna vez recordé,
ni recuerdo cuándo llegue a este punto.
No comprendo como llegue aquí,
no comprendo como no me he dado cuenta.
Ni comprenderé como he podido luchar sin saberlo.
No sé;
No sé a dónde me lleva esto,
sólo sé de donde proviene.
No sé si podré ganar solo la batalla.
No quiero;
No quiero que mis errores pasados
me hagan perder cosas mágicas,
no quiero caer en un agujero negro,
ni quiero ser dependiente.
Existo pero no vivo;
Existo para no vivir aquí,
existo para hundirme en mis pensamientos.
Pienso luego existo;
Pero sólo para mi.
Mr. I de Incoherente, con sus incongruencias
miércoles, 28 de septiembre de 2011
¡Hoy en Portada!
Att. Lady Marion por Defecto .
domingo, 24 de julio de 2011
Porque estoy a gusto.
A lo largo de toda mi vida he escapado muchas veces. Primero era en una habitación sin nadie más. Luego llegaron los mundos paralelos de los libros, y después los míos propios. También la expresión artística en todos sus planos me arrastró fuera del infierno. Alguna que otra persona. Luego llegó internet y su inmensidad, y ahí sigo, en una sola cosa que lo engloba todo, y que me permite todo. Puedo reinventarme tantas veces como quiera, y nadie me juzga.
No sé si qué porcentaje de mí nació diferente, y que porcentaje me hice yo. Pero la cuestión es que lo soy. Mis necesidades no tiene comparación alguna con las de los demás. Mis gustos tampoco lo son. Ni mis preguntas. Ni mis respuestas. Ni mi manera de actuar. Ni de entender. Ni de pensar. Ni de sentir. Ni de vivir. Y querer hacer las cosas a mi manera me convierte en un monstruo, como en la metamorfosis de Kafka, a los ojos de la sociedad, más cercana incluso. Pero yo no tengo porqué soportarlo.
Yo sé lo que soy, y tengo claro de que yo soy la que tiene que cuidar de mí misma, tanto físicamente como todo eso que llevo dentro y que nunca jamás el mundo volverá a ver después de mi muerte.
A veces todo esto se me olvida, espero que recordarlo una y otra vez no genere el sufrimiento desde el principio.
Atentamente:
lunes, 18 de julio de 2011
viernes, 8 de julio de 2011
jueves, 7 de julio de 2011
Estoy enfadada
Estoy enfadada porque pensaran que la apariencia condicionaba mi vida.
Estoy enfadada porque no me dejaran expresarme.
Estoy enfadada porque nadie me considere importante hasta el preciso momento en que doy una patada y la silla vuela.
Estoy enfadada porque se atreven a pensar que son más atractivos que yo, que son más inteligentes que yo, que son más artísticos que yo, que son más reales que yo, que son más relevantes que yo.
Ellos nunca serán tanto ni tan poco como yo. Porque sólo existo yo y mi ira. Yo y mi odio. Yo y mi total y abrumadora oscuridad que lo envuelve todo. Yo y el velo blanco. Yo y la sangre roja. Yo y el cielo gris. Yo y el encaje corinto. Yo y el mundo que invento. Sólo yo. Y nadie más. Porque yo no quiero.
Es ahora cuando empiezo a componer una imagen de enfado.
domingo, 3 de julio de 2011
viernes, 1 de julio de 2011
sábado, 25 de junio de 2011
lunes, 6 de junio de 2011
sábado, 4 de junio de 2011
Elección Vol. 2
viernes, 3 de junio de 2011
jueves, 2 de junio de 2011
miércoles, 1 de junio de 2011
Esto es una escuela de calor
martes, 24 de mayo de 2011
Caminos marcados
Ahora mismo estoy sentada en un sillón rojo, muy cool, en una terraza sobre el campus universitario, tomándome un capuchino y fumándome un cigarro mientras escucho música en mi portátil blanco.
Y supongo que diréis, a pesar de las pocas entradas que llevo en el blog: ¡Qué cambio de estilo, chica!
Pues nada de eso. La razón del cambio de tono repentino y momentáneo se encuenta escondida en el párrafo anterior, y os explicaré las casualidades que me han llevado hoy hasta aquí.
Esta mañana, como muy a menudo me sucede aunque no conozca muy bien el porqué, he vuelto a formatear mi laptop, y mientras se instalaba la distribución e incluía los "restricted extras" de ubuntu sin los que, como todo buen geek sabrá, no podía reproducir mis archivos mp3, decidí, en vez de pasar Gb's y Gb's otra vez al portátil, ponerme a buscar entre mis antiguos cd's y he descubierto un "Varios" que grabé cuando tenía como 13 años, pues ya ves truz....
Gracias a una ¿bonita? coincidencia decidí poner en primer lugar (¿o se ordenó alfabéticamente?) Summer Sunshine de The Corrs.
Pues bien, nada más empezar a escribir la entrada me dí cuenta de varias cosas; unas me han asustado mucho, de nuevo, y otras me han alegrado enormemente.
Empecemos por las buenas. Me acordaba de los momentos que esta canción pasó conmigo, de los libros que he leído escuchando las canciones instrumentales del grupo, de los lugares en los que estaba mientras las escuchaba, de lo que admiraba el estilo de los hermanos, de que he crecido con cantantes más o menos buenos, y he tenido la suerte de no haber sido víctima de un lavado de cerebro, o al menos musical (espero).
Sin embargo, siempre se ha hablado del poder de la música, y lo corroboro como lo hacía antes y probablemente haré mañana, pero, todo lo que tiene poder sobre nosotros sin que podamos a penas darnos cuenta es SIEMPRE algo peligroso. Pongo un ejemplo de catastróficas desdichas:
Una mujer de negocios se levanta una mañana temprano, con su mente fría y calculadora despierta. Se toma un café, se viste de manera impoluta, entra en su descapotable elegantemente negro, se pinta los labios y ajusta el retrovisor interior, arranca, pone la radio. Sin que lo hubiera esperado suena la misma canción que he citado en el post, que casualmente es también una canción que le trae muchos recuerdos. Su mente empieza a ser soñadora, ve la vida de color de rosa, empiezan a invadirle delirios de libertad, y, finalmente, llega a la Bolsa de Madrid.Como cada mañana tiene que decidir en qué acciones va a invertir, o en qué empresa va a dejar de creer. Y en estas circunstancias, se le acerca un chico con sonrisa celestial y le habla de la empresa que están llevando a cabo el y sus amigos. Sin haber activado aún su mente crítica, y dejándose llevar por su buen humor, la mujer de negocios "va a por todas" y decide invertir lo que le queda de dinero en la empresa del amable chico.Semanas después, la empresa que aún ni había despegado, y que desde el primer momento tuvo serias grietas en su base, quiebra. La mujer pierde gran parte de sus ganancias y tiene que renunciar a su pintalabios y su descapotable.
Conclusión: Todo lo que te controla, te controla.
P.D: Elu, tu vida ni mola ni deja de molar.
martes, 17 de mayo de 2011
Experimento #1
Y también desde hace tiempo (más bien desde siempre) se me da fatal eso de analizar personas, por ejemplo para saber si me están mintiendo o no. Soy un completo desastre en las relaciones sociales en general. Pero sin embargo, soy buenísima averiguando cómo acabaran las películas malas (cosa a primera vista puede parecer fácil).
Así que este va a ser mi Experimento #1:
Simplificarás a las personas como si fueran películas, para, por cuestión de práctica, hacerte más hábil en el terreno social. Y dentro de un mes puntualmente, publicarás el resultado de la práctica. Si no hubiera dado tiempo a llevarlo lo suficientemente a cabo, al mes siguiente volverá a haber una actualización de la entrada; y así sucesivamente hasta que se dé un resultado.
Edición posterior: Creo que esto no ha servido de mucho, en cualquier caso, ha mejorado mis expectativas ante individuos que estaba a punto de conocer en mayor profundidad. Éstas han sido más fieles a la realidad y menos expectantes.
martes, 10 de mayo de 2011
Restaurante chino
Las nubes daban una falsa sensación de tranquilidad en el cielo azul brillante, y eso no hacía más que aumentar mis ganas de vomitar realidad. El trabajo se me acumulaba en la mesa de la oficina, las tazas usadas lo bañaban todo en café, los folios arrugados, la tinta esparcida, los correos sin leer, el agotamiento, las arrugas de la ropa usada durante toda la mañana, el impoluto desorden que impregnaba todo a un kilómetro a la redonda con epicentro en mí, todo, todo me parecía ahora tan vano y molesto como pudiera haberlo sido para una persona feliz un gato que decide colarse en casa y arrasarlo todo.
La tensión tenía en ese momento un extraño efecto en mí, era como si, en vez de localizarse en mi cuerpo, se hubiere arremolinado a mi alrededor, dejándome respirar, pero sin perder mi control. A pesar de que pudiera parecer derrotado, nunca quise mi mal, y en esta ocasión no iba a ser menos. Recogí mis cosas con toda la prisa que pude, me arreglé levemente la corbata y el pelo, conté el dinero que tenía en el bolsillo, y con una sutileza felina, me desvanecí por la puerta de mi despacho, que no olvidé de cerrar bien.
La calle no se veía diferente que desde la ventana, de hecho se veía mucho menos real, mucho menos tangible, mucho más volátil. Aún así hice caso omiso a los pálpitos de mi mente que me impulsaban a dejarlo todo y marcharme a ningún lugar, y me dirigí hacia el chino del final de la calle. Tardé al menos 10 minutos en poder avanzar entre sus puertas de imitación.
Todo dentro era prefabricado, todos los restaurantes chinos tienen los mismos muebles, el mismo olor, la misma comida, los mismos precios. Incluso son los mismo chinos los que trabajan en todos los restaurantes chinos del mundo, bueno, a excepción de los de China, y de los caros, claro. De todos modos, era MI restaurante chino; creo que de hecho que allí fue donde llevé por primera vez a cenar a mi ex-mujer, pero basta de sentimentalismos, esto no va de eso.
La camarera, con sus andares asiáticos, se acercó a mí con la liviandad y la sonrisa de quien no tiene miedo al miedo porque no sabe lo que es el miedo. Me preguntó de forma graciosa "¿Qué desea el señol?", y tras señalarle el mismo plato de siempre, se alejó con el pedido y los cubiertos que sobraban en la mesa.
Cuando uno de sus hermanos, maridos, mafiosos o lo que fuera que fuese aquel otro chino me dediqué a imaginar que era crítico de cocina:
"El bambú está un poco crudo. La salsa de soja demasiado intensa. El arroz no está en la cantidad indicada. La ternera no es fresca. Yo hubiera añadido algo de pimienta. Los palillos no son nuevos. Tengo la sensación de que el pan de gamba está reutilizado de lo que sobra de otras mesas...."En fin, creo que no podía pedir nada más de un menú de 6 euros y 95 céntimos. El servicio seguía siendo automático, y tengo la corazonada de que, si hubieran podido elegirlo, aquella tarde no me hubieran atendido ni en el más necesitado de los bares de poca monta.
Sin embargo, era consciente de que todo aquello, toda esa parafernalia que colgaba de los andamios del teatro del mundo no eran más que producto de mi mente, de mis ojos y de mi maldito corazón punzado por el dolor que yo mismo me había infringido, y que, sin embargo, seguía aceptando a pesar de todo.
Después de ese, a mi parecer, desastroso primer plato, llegaron unos, en apariencia, estupendos fideos chinos.
Una vez más, y por segunda vez en menos de 10 minutos, se me presentó la oportunidad de volver a juzgar el trabajo que otro había puesto en mis narizes, pero, simplemente, no me apetecía. Y tras los fideos vino el helado frito que me tragué con disgusto.
Después de aproximadamente 20 minutos, me acerqué a la rasgada chinita que me había atendido al principio. Me rasqué las monedas del fondo del bolsillo y salí por la puerta arrastrando en mis suelas pegajosas el olor penetrante de comida china envasada, cual judío de camino a Auschwitz, en tapers de pseudo plástico que permiten en los aeropuertos.